miércoles, 22 de agosto de 2012

¡Por fin aprendí a relajarme!

¡Por fin aprendí a relajarme!  Es la frase con la que una paciente, con una sonrisa en los labios, define el estado de su recuperación de unos tormentosos nódulos laríngeos.
Y es que a pesar de los avances en terapéutica de la voz, que nos llevan a técnicas tan exóticas y a la vez cautivantes como la terapia con tracto vocal semiocluido o el biofeedback computacional, las terapias simples y convencionales no dejan de ser efectivas, sobre todo en pacientes que usan la voz como instrumento de trabajo.
Cuando la paciente aludida llegó a mi box, uno de los elementos que me llamó la atención era lo "acelerada" que se veía. La sesión de evaluación fue un desastre, mientras yo trataba de manejar la situación la paciente se comportaba como si se estuviera preparando para escapar de un incendio o un terremoto, nada fácil realizar una evaluación funcional de la voz en esas condiciones. Las conclusiones en mi cabeza y en el registro eran claras, primer paso, disminuir la ansiedad de la paciente. Además, obviamente de mis caballitos de batalla, indicación de hidratación, calentamiento vocal por las mañanas y ejercicios de estiramiento.
Iniciamos la terapia con un trabajo que más parecía sesión de yoga que terapia de voz, pero era necesario, aunque en algunos momentos un poco....... extraño. Los efectos comenzaron a hacerse visibles, la paciente empezó a respirar mejor y a disminuir los golpes glóticos tanto en situaciones controladas como en habla espontánea. Luego de tres sesiones se le realizó una nasofibroscopía de control, ante el asombro del laringólogo que la realizaba (y debo reconocer que también mío) los nódulos ya no estaban. Aun sin saber a ciencia cierta lo que estaba sucediendo recibí felicitaciones varias y una especie de letrero virtual en mi frente de "caperuzo" (aunque mientras me comportaba como una eminencia científica dando respuestas técnicas a las preguntas de los asombrados profesionales e internos que analizaban el caso, por dentro me preguntaba, ¡¡¡¡qué rayos hice que resultó tan bueno!!!!).
Revisando el caso y buscando una plantilla para aplicar en futuros casos similares me tomo de las palabras del Manual de Terapéutica de la voz de Prater y Swift "El aparato vocal es extremadamente sensible a los estados psicológicos de una persona" y extraigo una importante lección. Por muchos avances científicos y en especial terapéuticos de los que dispongamos en un momento dado de nuestra vida profesional, siempre es importante considerar las técnicas tradicionales. No debemos olvidar que es a partir de ellas que las disciplinas se desarrollan y llegan a las técnicas más avanzadas.

viernes, 4 de mayo de 2012

La hidratación y la voz.


    El agua es el componente principal del cuerpo humano: normalmente representa el 60% del peso corporal en hombres adultos, y es ligeramente inferior, un 50-55%, en mujeres debido a su proporción más alta de grasa corporal. El cerebro y los músculos son aproximadamente un 75% agua, la sangre y los riñones un 81%, el hígado un 71%, los huesos un 22% y el tejido adiposo un 20%. Ingerir la cantidad adecuada de líquido diario, además de saciar la sed, mejora los niveles de hidratación, regula el buen funcionamiento de las células, favorece el transporte de nutrientes, mejora la lubricación de las articulaciones y ayuda a mantener la temperatura corporal.
    Las cuerdas vocales se encuentran recubiertas por una delgada capa de mucus, el que además de servir como barrera contra el ingreso de partículas y agentes patógenos contribuye a mantener las características biomecánicas de la mucosa de las cuerdas vocales, facilitando la vibración, evitando molestias y promoviendo una buena calidad de voz.
    Estudios científicos han demostrado que cuando una persona presenta una hidratación laríngea insuficiente, aumenta la viscosidad del mucus que protege y lubrica las cuerdas vocales, volviéndose este más espeso y perdiendo algunas de sus propiedades facilitadoras de la vibración. Con esto, el umbral de presión de aire necesario para el inicio de la fonación se hace más alto, aumentando significativamente el esfuerzo necesario para producir la voz y facilitando por consiguiente, la aparición de  fatiga vocal.
    Como regla general, una persona de estatura y peso promedio debería ingerir aproximadamente 2,5 Litros de agua al día. Lo ideal es que la ingesta de líquido se realice en pequeñas cantidades, en otras palabras, no es recomendable beber un litro de agua de una vez sino que será mejor aprovechada si ese mismo litro de agua se bebe en 5 vasos de 200 ml, uno cada 15 minutos.  Se estima que la capacidad de absorción de agua por parte del estómago es de aproximadamente un litro por hora, además, si el sistema digestivo reconoce la existencia de una gran cantidad de agua, la eliminará a través de la orina.
    Por otro lado es importante evitar el agua demasiado fría ya que puede producir efectos no deseados.
En algunos manuales se recomienda a los profesionales de la voz la realización de vaporizaciones con la finalidad de hidratar directamente las cuerdas vocales, personalmente no recomiendo este procedimiento y lo considero más bien una herramienta para el tratamiento fonoaudiológico en pacientes con patologías de voz o que ya presentan algún grado de deshidratación laríngea.